Pesebres del Paraguay
Pesebres únicos, hechos a mano, que celebran las tradiciones paraguayas.
Rubén Darío Enciso
Rubén Darío Enciso, artesano de la ciudad de Itá, tiene 50 años y una trayectoria marcada por la pasión por el arte en barro, una tradición que aprendió de su madre, la célebre Gregoria Benítez.
Rubén elabora cada pieza con un meticuloso proceso totalmente artesanal que comienza obteniendo el barro de una compañía de la ciudad de Itá. Luego se hace el amasado y se moldea la arcilla, conocida como ñai’u (barro negro). Una vez seco, se lleva a cabo el pulido con una piedrita, tras lo cual se aplica el color característico, que es el rojo obtenido de la tierra roja (yvy pytã). Posteriormente, las piezas se cargan en el horno para el quemado, un proceso que dura aproximadamente 12 días hasta que el producto esté completamente cocido. Al día siguiente, el horno se abre para retirar las piezas y proceder a los retoques finales.
Para obtener el distintivo acabado en negro, las piezas son sometidas a un proceso especial en el horno caliente, donde se colocan cuidadosamente hojas de mango, lo que les otorga ese color característico.
Cristina Servin
Ceramista de la ciudad de Itá que a los 4 años comenzó a hacer figuras de pesebre, oficio que heredó de su abuela la reconocida Mercedes Servin, quien le transmitió no solo las técnicas tradicionales, sino también el amor por preservar esta expresión cultural.
Los pesebres de Cristina están cuidadosamente elaborados exclusivamente con elementos extraídos directamente de la naturaleza.
“Yo misma me voy a los bananales a sacar las hojas, porque no cualquiera sirve. Tengo que buscar las hojas secas de las plantas y solamente se pueden sacar cuando llueve, o bien temprano, porque los tallos tienen que estar húmedos, de otro modo se rompen” explica. Estos materiales son trabajados con ayuda de tijeras, hilo, pinzas, pegamento y pinceles.
De su creatividad y dedicación surgen pesebres elaborados en hojas de banano, ramas, cerámica y lienzo.
Ines Orrego Paez
La artesana Ines Orrego Páez, de la ciudad de Tobatí, se encarga de realizar hermosos trabajos tallados y pintados en madera como pesebres de costumbristas paraguayos inspirados en el folklore y la cultura paraguaya.
Elaborados a partir de madera, y artículos típicos como el ajaka, en versión miniatura, utilizadas por las chiperas y verduleras de nuestro país. Desea transmitir el orgullo por nuestros atuendos y valores tradicionales plasmados en la pintura sobre la madera.Los varones paraguayos llevan instrumentos musicales, con una sonrisa en el rostro, equivalente al amor por nuestra guarania.
Los pesebres costumbristas paraguayos, recrean el pesebre tradicional, utilizando la figura de la Chipera, y el paraguayo con sombrero piri, a la Virgen Maria y San Jose, mientras tres musicos, fungen como reyes magos. El Niño Jesús en el centro dentro de un ajaka’i acompañado de animalitos, la sandía y flor de coco en una canasta.
Primero se selecciona, corta y moldea la madera, luego se lija para obtener una superficie lisa. La figura se pinta con una base blanca antes de aplicar los colores según el rostro y atuendo. Finalmente, se agregan accesorios como sombreros, instrumentos, chipas, verduras o naranjas, con pegamento. Una vez lista, se barniza y se deja secar. Este proceso dura unos 15 días para completar 50 figuras.
Los accesorios son elaborados a mano por la artesana, mientras que el ajaka y el sombrero piri son creados por artesanos de Limpio y Atyrá.
Esperanza Rodriguez
Hija de la reconocida Juana Rodríguez. Esperanza se encargó de continuar el valioso legado de su madre.
“Compramos la madera y mi marido es el que se encarga de lijar y después se queda todo a mi cargo tallar y pintar las piezas. Es totalmente hecho a mano con amor” nos cuenta.
Con pasión y destreza Esperanza mantiene viva esta tradición, plasmando en cada pieza la riqueza cultural que caracteriza al arte popular paraguayo’.
Vanessa Mendoza
La inspiración detrás de los pesebres de Vanessa radica en evocar la alegría de una niñez feliz y transmitir un mensaje lleno de color y vida. Cada pieza comienza con madera cuidadosamente seleccionada, tallada en tornos y luego meticulosamente lijada. Una base de blanqueado prepara la superficie para la pintura, que se aplica en capas: primero los colores para la piel y la ropa, seguidos de los tonos de fondo que dan vida a las figuras.
Para realzar los detalles, Vanessa incorpora pequeñas porcelanas, como coronas, aureolas y regalos, que fijan el carácter único de cada pieza. Mientras estas porcelanas se secan, se dedica a esculpir a mano los animalitos y las figuras del Niño Jesús. Finalmente, cada pesebre recibe un acabado detallado con líneas doradas en coronas y aureolas, y decoraciones como flores y puntos en las vestimentas, asegurando que cada obra sea única y especial.
Josefina Páez
Josefina Páez, artesana de la ciudad de Tobatí, trabaja con la madera para crear figuras talladas y pintadas a mano que representan a los personajes del nacimiento de Jesús con trajes típicos del campo. Su estilo colorido y ternura encanta especialmente a los niños, quienes se sienten atraídos por los detalles y la alegría que transmiten. Sus pesebre a través de sus bellos detalles, refleja de una manera especial la sencillez y calidez de la vida rural paraguaya.
Comunidad Nivaclé
Pesebres tallados a mano por la comunidad indígena Nivacle, de Pedro P. Peña, en el Chaco Paraguayo. Cada pieza es una obra única, creada con palo santo, una madera reconocida por su dureza, delicadas vetas y un aroma fragante. Los detalles de estas piezas se realzan con la fibra natural de karaguatá.
El proceso de elaboración comienza con la selección de madera estacionada de árboles caídos. Cada paso, desde el tallado manual con herramientas simples como machetes y escoplos, hasta los acabados finales, refleja el esfuerzo y dedicación de los artesanos. Los pesebres más pequeños, de 5 cm, requieren entre dos y tres días para completarse, mientras que los más grandes, de 15 cm, toman al menos tres días.
Celso Moray Rojas
El escultor Celso Moray Rojas, de la ciudad de Tobatí, crea pesebres únicos con un estilo envejecido que resalta la tradición artesanal. El proceso comienza con la preparación de la madera, cortada según el tamaño de cada figura, seguido del dibujo y tallado, donde utiliza herramientas como formones, gubias, medias lunas, tricantos y cuchillos de distintas formas para dar vida a cada pieza. Una vez talladas, las figuras se lijan cuidadosamente para obtener una superficie fina. En la fase de pintura, aplica una base blanca como fondo, que se pule y reaplica antes de añadir los colores definitivos de cada personaje.
Carmen Agusti de Petras
Hace 48 años Carmen comenzó hacer pesebres con cascaras de chala, que representan las costumbres de nuestro país. Su creatividad no tiene límites: además de las delicadas piezas hechas con chala, también elabora pesebres únicos utilizando materiales variados como esponja, porcelanicrón, latas recicladas, ramas de canela, cáscaras de nuez y semillas, pinos y otros más. toman al menos tres días.
Gladys Feliciangeli
Los pesebres de porcelanicrón de Gladys comienza con la preparación de la masa y dando forma a cada figura, con sus manos, cuidando cada expresión y detalles. Después, las piezas se secan al aire de forma natural, asegurando su resistencia. Finalmente, Gladys pinta cada pieza del pesebre. Todos los pesebritos llevan días de trabajo y mucho amor.
Arsacia Monges y Noemi Vargas
Arsacia Monges y Noemi Vargas, artesanas de la ciudad de Areguá. Elaboran sus pesebres primeramente con el modelado de la cerámica, luego las figuras se someten a una cocción a altas temperaturas, que les otorga resistencia y durabilidad. El acabado esmaltado, añade colores vibrantes y un brillo característico que resalta la belleza de cada pieza. Los pesebres de Noemi combinan tecnicas tradicionales y modernas, con detalles en ñanduti en su interior.
Edgar Páez
Desde la ciudad de Tobatí, el artesano Edgar Páez transforma nuestra hermosa madera de palo santo en preciosos trípticos tallados completamente a mano.
Melania Páez
Melania Páez de la ciudad de Capiatá, inició su camino en el tallado de madera como parte de una terapia ocupacional sugerida por el Dr. Antonio Ré. Su trabajo artesanal destaca por el uso de maderas fáciles de tallar, complementadas con elementos naturales como el cascarón del fruto del Jacarandá para la cunita del Niño Jesús En los últimos años, su hijo menor, Ismael Galeano, se encarga de la pintura y el acabado final, añadiendo un toque de belleza y detalle que realza cada creación.
Pesebre de Filigrana
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